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25 abril, 2024

Vivir Bien

Vayan al señor, él dará alivio

Del Santo Evangelio según San Mateo: 11, 25-30 En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

La primera palabra del Evangelio de hoy es una oración de alabanza que lleva el sello de la experiencia particular de Jesús. Esta oración va dirigida al "Padre", quien es "Señor del cielo y de la tierra" (11,25). Nuevamente Jesús quiere mostrarnos la estrecha vinculación que existe entre el Padre y Él, junto con la posibilidad que nos da de acceder a este mismo estado. Los seguidores de Jesús son personas que conocen muy bien su misión, y el horizonte que poseen al conocer a Jesús: dónde está el origen y cuál es la meta de su existencia. En la raíz del discipulado está la relación del Padre y del Hijo, como realidad fundante de cual brota todo el conocimiento de Dios que se recibe, y como paradigma del verdadero sentido de la llamada recibida: participar de esta comunión.

Como deja entender Jesús, la buena comunicación con Dios y la constante relación con Él nos permiten conocer los misterios y las verdades que están al interior de nuestra vocación y de nuestra misión cristiana. Los "sabios y entendidos" son, en el contexto de este Evangelio, los maestros de la ley y los fariseos, quienes conocen la Ley de Moisés, pero rechazan a Jesús porque les parece insignificante.

Lo rechazan, no porque no comprendan sus palabras, se niegan rotundamente a aceptarlo. Ellos no están abiertos a la nueva propuesta de salvación y vida que proviene del Reino, cuya irrupción definitiva anuncia Jesús. Aún siendo grandes teólogos, ellos prefieren seguir atados a su normativa, a un sistema rígido que los indispone para leer los signos vivos de la presencia de Dios en Jesús de Nazareth.

En cambio, los "pequeños" son los que con sencillez de corazón han abierto de par en par las puertas de su corazón para recibir la revelación de Jesús, y le han acogido efectivamente. Los "pequeños" son lo que no importa su condición social, tienen una actitud diferente, que parte del reconocimiento de que "no se la saben toda", y por tanto, desean vivamente aprender y vivir más al Maestro.

"Nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (11,27). Esta revelación que el Hijo hace del Padre es la que el Padre ha manifestado a los sencillos: que todos nos hagamos uno con Él y para Él. Señor, nos dirigimos a Ti en este día para poner en tu presencia nuestra vida, junto con la sed ardiente y constante que tenemos de aprender y de conocerte mejor. Haz que nunca caigamos en la prepotencia y en la autosuficiencia de aquel que cree saberlo todo de antemano, y que no necesita sentarse en las bancas humildes de los discípulos. No permitas que absoluticemos ningún método o medio como camino exclusivo para hacer la experiencia de ti, sino que sea tu Evangelio vivo el que remueva todos los días de nuestros ojos el velo de nuestra ignorancia, nos haga más libres de corazón y bien dispuestos para que, revisando nuestros esquemas personales de vida, andemos con mayor prontitud por las rutas de tu reveladora Palabra que todo lo renueva. Amén.

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La mirada en oración al Padre de los "pequeños" del Reino se convierte ahora en mirada misericordiosa hacia los sufridos de la tierra. "Vengan a mí…" (11,28a). En estas palabras, Jesús hace una invitación directa a todos sus oyentes para que se hagan sus discípulos. Éstos son los que "están fatigados y sobrecargados" y en seguimiento reposarán: "…y yo les daré descanso". La invitación de Jesús es para que todo hombre, desde las agitaciones internas de su búsqueda de sentido, se convierta en un verdadero discípulo de la sabiduría.
 

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