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23 abril, 2024

Vivir Bien

Lo que contamina al hombre

“No tiene sentido que me honren, si sus enseñanzas son mandamientos humanos.” Marcos 7:7

En una ocasión, los fariseos (un grupo religiosos judío), vieron que los discípulos de Jesús comían con las manos sucias y se indignaron mucho, porque ellos tenían la costumbre de lavarse las manos, jarras, vasos y todo utensilio en general antes de comer. Era una ofensa romper con las tradiciones, costumbres y ritos de su religión. Molestos le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no seguían la tradición de los ancianos, pero Jesús les contestó con una dura palabra: “¡Hipócritas!”.

En esta historia narrada en  Marcos 7, Jesús enseña: “No tiene sentido que me honren  si sus enseñanzas son mandamientos humanos. Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios y se aferran a la tradición de los hombres”, refiriéndose a las costumbres de la limpieza. A partir del verso 14, se nos enseña que no es lo que entra al cuerpo lo que contamina al hombre, porque todo eso termina en un inodoro, lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de la persona, lo que hay en su corazón.

Esta resulta ser una fuerte enseñanza. No estamos agradando a Dios cuando nos dedicamos a cumplir los deberes cristianos, con la responsabilidad de asistir a la iglesia los domingos, hacer oraciones o rituales de nuestra religión, lo que realmente agrada a Dios es que cuidemos nuestro corazón y nos limpiemos de  inmoralidad sexual,  robos, homicidios,  adulterios, avaricias y lujuria. Y si piensas que no practicas ninguno de los anteriores, espera a ver lo que dice hasta el verso 23: malos pensamientos,  maldades, engaños, envidias, calumnias, soberbia y la insensatez. Esta última lista de pecados son más cercanos a nosotros y todos estos males vienen de adentro y nos contaminan.

Los mandamientos que debemos seguir son los que Jesús nos enseñó y se resumen en dos: ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:37-40). Esto es lo que realmente le agrada y le honra. Todos los demás ritos enseñados  cualquier iglesia de cualquier religión, son solo mandamientos humanos, que no tiene caso seguir si primeramente no cumplimos con los dos primeros.

¿Qué hacer para purificar nuestros corazones? Efesios 5:26 nos enseña que lavándola con agua mediante la palabra. Es importante leer para conocer y acercarnos al corazón de Jesús; otra manera es confesarle a  Dios nuestro pecado para que nos limpie de toda maldad (1 Juan 1:9) y pedirle que cree en nosotros un corazón limpio y recto delante de Él (salmo 51:10).

 

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