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25 abril, 2024

Vivir Bien

Si Dios realmente me ama, ¿por qué me pasa esto?

Asistas o no a una Iglesia, seguramente has escuchado decir que "Dios te ama", pero si estás en medio de un sufrimiento esta frase te parecerá irónica y molesta, porque tendemos a pensar que si nos amara, entonces no estaríamos experimentando tal sufrimiento o no nos iría tan mal como nos va y llegamos a la conclusión que el Evangelio es charlatanería. El hecho es que hemos mal entendido el amor de Dios. Pensar que por creer estamos exentos de todo mal, problema o preocupación, es una mala interpretación de su amor.

A veces somos tan orgullosos sin darnos cuenta, que pensamos que le hacemos un favor a Dios por creer en su palabra y que nos debe cuidar a proteger a cambio. El asunto es que creer no nos libra del sufrimiento presente, nos librará en el día del juicio final y de estar separados eternamente de su gloria.

La importancia de creer

Creer, nos hace partícipes de las moradas en lugares celestiales y partícipes del reino de los cielos, pero mientras vivamos en este mundo, estamos sujetos a todas las leyes. Recordemos que antes de partir Jesús, nos advirtió que aquí tendríamos tribulaciones, pero que confiáramos en que Él las había vencido. (Juan 16:33).

Ahora bien, hay promesas para los creyentes. La Palabra nos dice en Romanos 8:28 que "a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, esto es, a los que caminan en sus propósitos", esto incluye las infortunios, problemas y angustias. Sin embargo, esta promesa tiene una cláusula: "A los que aman a Dios", no a los que sólo creen. Recuerda cuando estabas enamorado… cuando procurabas buscar, platicar, salir, pensar a cada rato a quien decidiste entregarle tu corazón.

Eso es amar.

Las promesas

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En Isaías 43:2, Dios habló directamente a su pueblo y les prometió que cuando pasaran por las aguas y por el fuego, Él estaría con ellos, porque su amor consiste en ayudarnos a salir con ventaja de los problemas, no a evitar las dificultades.

El tema principal aquí es que, a la medida en que estemos llenos de Dios, podremos resistir esos problemas sin que nuestro corazón desmaye y podamos decir como el apóstol Pablo en 2 Corintios 4: 7-9, que a pesar de ser como vasos de barro tenemos una fuerza tan extraordinaria que proviene de Dios, entonces estaremos atribulados, pero no aplastados, derribados más no aniquilados, perseguidos más no abandonados, porque a pesar de las pruebas seguiremos confiando en que su palabra de amor y protección es verdadera.

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