Síguenos

¿Qué estás buscando?

26 abril, 2024

Vivir Bien

Desmitifican a los sismos

En las zonas sísmicas, como parte del Centro y Sur de México, hay temblores cuando llueve, cuando hay nieve, cuando hay huracanes, cuando hace calor o hace frío. Siempre.

Los temblores del 7 y 19 de septiembre, de 8.2 y 7.1 grados, no estuvieron relacionados con la temporada de huracanes, tampoco fueron los efectos de misiles lanzados por Corea del Norte, como se aseveraba en mensajes compartidos por la población en redes sociales.

En las calles y por redes sociales algunos residentes de la capital del País aseguraban que el sismo del 19 de septiembre fue de una magnitud mayor a 8 grados, por la intensidad con que se sintió. Eso también es incorrecto.

 

Explicación científica
Víctor Hugo Espíndola, especialista en sismos del Servicio Sismológico Nacional, explicó que algunas personas piensan que la magnitud de 7.1 grados del sismo del martes 19, es incorrecta, que ese temblor fue más fuerte.

"La magnitud mide la cantidad de energía que se liberó", explica.

El especialista puso el ejemplo de un foco de 100 watts, que no le dará la misma luz a una persona que se encuentra junto, que a una que está a 100 metros.

Advertisement. Scroll to continue reading.

Al encontrarse más cercano el epicentro del temblor del 19 de septiembre, a sólo 120 kilómetros, las personas lo percibieron más violento.

Espíndola agregó que también importa el tipo de suelo sobre el que se esté. En suelos más fangosos, con sedimentos en el subsuelo, la intensidad se amplifica.

"Fue más destructivo (para la Ciudad de México) porque ocurrió abajo del continente, abajo de las ciudades, a diferencia del sismo del 7 de septiembre, que ocurrió mar adentro, a 100 km de la costa", comentó Miguel Ángel Santoyo, geofísico, especialista en sismos, del Instituto de Geofísica de la UNAM.

En las zonas muy blandas, en donde queda atrapada la energía, las ondas suben y bajan, agregó.

 

Cuestión de segundos

Sobre la alerta sísmica en la Ciudad de México, es un aviso que se da segundos antes de que lleguen las ondas sísmicas de un temblor que ya ocurrió en otra geografía, en este caso en el área del Pacífico.

Advertisement. Scroll to continue reading.

"Los sismógrafos envían una señal al centro de control del CIRES (Centro de Instrumentación y Registro). Ahí se decide si es importante activar la alerta dependiente de la magnitud. Eso toma otros segundos".

Santoyo señala que las ondas sísmicas viajan entre 3 y 4 kilómetros por segundo, mientras que los datos de los sismógrafos viajan a la velocidad de la luz, de ahí que se tengan unos segundos de ventaja para poder avisar que las ondas ya van hacia allá.

"La alerta funciona una vez que ya ocurrió el temblor, pero no lo predice", reafirma.

Espíndola comentó que falta mucho por conocer sobre los sismos, pues la teoría de las placas tectónicas es de hace 60 años.

Con información de Agencia Reforma.

Te puede interesar

Advertisement