Síguenos

¿Qué estás buscando?

25 abril, 2024

Vivir Bien

Dejando un legado a tus generaciones

En Salmos 127, la Palabra de Dios nos ofrece tres analogías que nos ayudan a saber cómo construir familias que tengan un corazón para Dios. Debemos ser obreros, guardianes y guerreros. La meta de estos tres roles es que dejemos un legado de piedad para nuestros hijos, nietos y las generaciones que le sigan. 

Buenos obreros
En este Salmo nos damos cuenta de que el ‘obrero’ no está simplemente construyendo una casa física. El está construyendo un hogar, una herencia una familia piadosa que llevará el corazón, los caminos y la fe de Dios a la próxima generación. Ese tipo de construcción es más demandante, precisa y  exasperante que construir una casa física. Queremos construir vidas, hogares, iglesias y una cultura que refleje la gloria de Dios mucho después de que nos hayamos ido. Queremos dejar atrás un modelo de piedad que las personas elijan abrazar en la próxima generación.

Guardianes y Guerreros
Hay otra analogía utilizada en este pasaje: la de un guardián. Las Escrituras dicen, “Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.”(127:1) Tenemos aquí la imagen de un centinela o guarda, alguien que ha sido asignado y ha aceptado la responsabilidad de estar en guardia por una ciudad. No puede dormirse en su turno, debe mantenerse alerta y despierto. Se nos ha asignado la tarea de ser protectores, velando por la ciudad que Dios nos ha confiado. La tercera imagen en este pasaje es la de un guerrero: “Como flechas en las manos del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud” (127:4). 

Construyendo Su Reino
El salmista nos dice que hay una casa que construir, una ciudad que guardar y una batalla que pelear. Si el obrero no edifica la casa, si el guardián se duerme o se distrae mientras está en su turno, o si el guerrero falla en presentarse a la batalla, vamos a tener problemas. Las vidas pueden estar en peligro.  Dios está construyendo Su Reino, y nosotros somos obreros juntamente con Él; somos guardianes con Él; somos guerreros con Él. El propósito de Dios para nuestras familias, hogares y relaciones es que, en nuestra pequeña parte de la construcción, estemos contribuyendo a edificar el reino de Dios. Nuestros hijos son una mayordomía sagrada de parte del Señor. Un día daremos cuentas a Dios por la condición espiritual de la próxima generación. 

 

Te puede interesar

Advertisement