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20 abril, 2024

Vivir Bien

No imiten las obras de los fariseos

Del santo Evangelio según San Mateo: 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.

Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame 'maestros'. Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre Celestial. No se dejen llamar 'guías', porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo

MONSEÑOR GERARDO DE JESÚS ROJAS LÓPEZ
OBISPO DE TABASCO

Hoy nos dice Jesucristo en el Evangelio: "En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y fariseos: hagan y cumplan lo que les digan, pero no hagan lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen, todo lo que hacen es para que los vea la gente". La hipocresía es uno de los vicios que menos perdona la gente. Si uno hace algo mal y lo reconoce, e intenta corregirse, la gente siempre está dispuesta a perdonarle, pero si uno es hipócrita y hace lo contrario de lo que dice, la gente lo toma a mal. Ésto es aplicable, sobre todo, a los que tienen algún cargo público, y también en la relación de cada uno de nosotros con los amigos y más conocidos.

La humildad siempre atrae, la soberbia y la hipocresía nos apartan de los demás. Jesús les recomienda siempre a sus discípulos la humildad en el trato con los demás, no queriendo reconocer más títulos que el de hermano y servidor del prójimo. La frase última de este relato evangélico, según San Mateo, resume muy bien todo su pensamiento: el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Así lo practicó siempre su madre, María, como nos dice en el "Magnificat", y así lo hizo el mismo Jesús que, siendo de condición divina se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos, como nos dice San Pablo.

Todos nosotros, empujados por nuestro egoísmo, tendemos a ser dominadores y jefes, antes que súbditos y hermanos, por eso debemos estar siempre en guardia con nosotros mismos, haciendo todos los días examen de conciencia sobre nuestra humildad y espíritu de servicio. Ser hipócritas es ser mentirosos, y a nadie nos gusta que intenten engañarnos. Todos los verdaderos discípulos de Jesús, todos los verdaderos santos del cristianismo, han sido humildes y servidores de los demás. Si queremos nosotros ser verdaderos discípulos de nuestro único Maestro, seamos, pues, humildes, sencillos y servidores.

Es curioso e interesante ver cómo Jesucristo respetó a los que hacían de guías en su pueblo. Considera que lo que enseñan es correcto y, por tanto, hay que atenderlos y obedecerlos. Ellos transmitían la Ley de Dios promulgada por Moisés, y esa Ley permanecía en vigor por voluntad divina. De ahí que no es cierto que Jesús fuera un rebelde ante el orden constituido, un revolucionario que estaba en contra de la autoridad de su tiempo. Sin embargo, Jesús previene a la gente que le escucha contra la conducta de los fariseos, que decían una cosa y hacían otra, no adecuaban su conducta con su doctrina. Eran unos hipócritas que presumían de ser gente honorable, despreciando a los demás.

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Hipocresía y soberbia, esos eran los dos defectos que chocaban frontalmente con el estilo y la doctrina de Jesucristo. La hipocresía, el aparecer bueno ante los demás y ser en realidad un indeseable, es un defecto que repele a todo hombre honrado. Jesús que defendía la sinceridad, que amaba la verdad, tenía que chocar necesariamente con ellos. Él conocía el interior del hombre, y por eso se irritaba contra quienes presumían de hombres justos, sin serlo. Esa actitud les llevaba, en efecto, al orgullo. Se consideraban mejores que los demás y despreciaban al prójimo. Enseñaban a todos y no permitían que nadie les enseñara. De ahí que no pudieran sufrir que Jesús, un aldeano de Nazaret, pretendiera enseñarles a ellos. Fariseísmo, un fenómeno humano que nos repele y que, sin embargo, es muy frecuente entre los hombres, siendo fácil caer en él. Hay que estar atentos, vigilantes, hay que ser humildes y sinceros, luchar contra esa tendencia a juzgar con ligereza al prójimo, a considerarnos mejor que los otros, y a rechazar cualquier posibilidad de aprender de los demás.

El profeta Malaquías recuerda al pueblo de Israel que Dios es Creador y Padre. Es el autor de la Alianza en el Sinaí, por la que el pueblo llegó a ser una comunidad religiosa, cuyos miembros deben tratarse como hermanos.

La fidelidad a Dios es el fundamento del respeto y el amor entre los israelitas. Sin embargo, a pesar de la experiencia del exilio y tras la reconstrucción del Templo, los sacerdotes son cómplices de la explotación del hombre por el hombre, la arbitrariedad y la injusticia. Esto una profanación de la Alianza, y lleva consigo el desprestigio de quienes debieran respetarla en primer lugar.

Pablo da gracias a Dios por la fe de los Tesalonicenses y la acogida que le dispensaron. El les recuerda el cariño que puso en su evangelización. En vez de darse importancia y hacer valer su autoridad, incluso para vivir a expensas de los tesalonicenses, ha preferido tratarles con el amor y la solicitud de una madre que se desvive por sus hijos. Aunque Pablo defiende el derecho de los apóstoles a vivir de la predicación evangélica, él mismo y sus cooperadores renunciaron siempre a ser mantenidos por los recién convertidos al Evangelio. Su predicación quedaba así a salvo de toda sospecha de lucro.

Pablo acepta de buen grado las fatigas de un trabajo necesario para subsistir sin ser gravoso a los tesalonicenses. Jesús dirige la palabra a los discípulos y al pueblo para denunciar la conducta de escribas y fariseos y prevenirlos de su mala influencia. San Mateo, inmediatamente después del presente relato, recoge la invectiva que pronuncia Jesús directamente contra los escribas y fariseos. En efecto, habían creado un gran peso legislativo en torno a la Ley para regularla hasta los más mínimos detalles. Esto constituía una carga insoportable que ni ellos mismos cumplían. Jesús denuncia la hipocresía de estos "maestros" que no ayudan en absoluto a llevar la carga que imponen a los demás indebidamente, y contrapone a esa carga innecesaria el "yugo suave y la carga ligera" del Evangelio. Se hacían llamar "rabí", es decir, "maestro mío"; un título que llegó a conferirse solemnemente.

También se hacían llamar "padre" y "preceptores". Jesús critica todo ese interés en encumbrarse sobre los demás, pues uno es nuestro Padre, y todos, nuestros hermanos.

La crítica de Jesús a letrados y fariseos alcanza literalmente a todo clericalismo, también de nuestros días, pues hoy podemos caer en lo mismo que Jesús critica. Si quiero ser discípulo de Jesucristo, si quiero seguirle y que le sigan los demás, he de dar primero buen ejemplo.

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¿Cómo voy a explicar a los demás que el trabajo y el estudio son medios de santificación, si luego no tengo prestigio profesional, si hago las cosas de cualquier manera, o me conformo con cumplir los mínimos o ir aprobando? Y no sólo en el trabajo, sino también en mi relación con los demás, en el uso de los bienes materiales, en las diversiones, en el descanso, en las dificultades, etc. San Agustín nos aconseja: "Cualquiera que sea yo, atiende a lo que se dice no por quién se dice…

Si hablo cosas buenas y las hago imítame; si no hago lo que digo, tienes el consejo del Señor: haz lo que digo, no hagas lo que hago, pero no te apartes de la cátedra católica".
 

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